miércoles, 12 de marzo de 2014

CAPITULO 28


Pedro y su hermana mayor, compartían una semejanza en su color, ambos tenían el pelo oscuro y curiosos, pero amables, ojos color café. Sin embargo, las similitudes terminaban allí. Mientras que Pedro era el tipo fuerte y silencioso, Carolina era locuaz y extrovertida.
En el camino, abrumó con preguntas a Paula y, no acostumbrada a hablar tanto de sí misma, luchaba por mantener el ritmo mientras se avanzaban por temas que iban desde su educación hasta sus futuros planes.
Sí, le gustaba vivir con Pedro.
Sí, extrañaba el recinto, pero sólo por todos los pequeños. Siempre había algo que se necesitaba hacer y le gustaba sentirse útil.
No, nunca había tenido una cita.
No, no pasaba nada entre ella y Pedro.
¿Por qué todo el mundo le pregunta eso? ¿Y por qué parecían sorprendidos cuando decía que no pasa nada? Tal vez pensaban como Jorge, que sólo el interés de un hombre en ella era físico, pero hasta ahora Pedro no le había dado ningún indicio de que ese era el caso.
Carolina malinterpretó su silencio. —Está bien, puedes confiar en Pedro.
Paula se limitó a asentir. De alguna manera lo sabía.
Unos minutos más tarde,Carolina se estacionó en el aparcamiento del centro comercial, y luego se volvió para mirar a Paula. —¿Lista para hacer algún daño? —Sonrió.
—Por supuesto.
Yendo hacia la entrada, Paula vaciló en las puertas automáticas. Carolina se detuvo a su lado.
—¿Estás bien? ¿Estando en público de esta manera?
Paula asintió, aunque supuso que era una buena pregunta, esta era una experiencia nueva para ella. Una de las muchas últimamente. —Estás bromeando, he soñado con este momento.
Paula obedientemente siguió a Carolina en al menos una docena de diferentes tiendas, aceptando ropa, modelando las prendas en el probador, y esperaba amablemente mientras Carolina miraba de arriba abajo, comentando sobre lo que funcionaba y lo que no. Cuando se dirigieron a pagar, Carolina apiló la ropa sobre el mostrador y entregó la tarjeta de crédito de Pedro.
Paula le arrebató algunas de las prendas. —Está bien. No necesito todo esto. El hecho de que me queden no significa que deba comprarlas todas.
Carolina tomó las prendas y se las devolvió a la cajera, frunciéndole el ceño a Paula.
—Carolina—declaró Paula—. Esto es demasiado. No puedo dejar que Pedro pague por todo esto. —Nunca sería capaz de pagarle a Pedro a este ritmo.
Carolina rodó los ojos. —Oh, sí puedes. Y lo harás. Ese chico tiene más dinero del que sabe gastar. Cada semana mete su sueldo en el banco para ahorrarlo. Además, me dijo que me asegurara de que consiguieras todo lo que necesitas. Si te devuelvo con una pequeña bolsa de cosas, se enojará. Confía en mí.
Paula no podía imaginar a Pedro enojado, pero confiaba en Carolina, y no quería ser la responsable de hacerlo enojar. Sobre todo porque ya había hecho tanto por ella. Asintió en señal de conformidad.
Pero Paula se pasó de la línea consiguiendo uno de los magníficos bolsos de mano que notó en la tienda cuando se iban. No lo necesitaba. Así que se sintió mal por disfrutar a costa de Pedro, a pesar de las exhortaciones de Carolina.
Varios pares de vaqueros después, más de una docena de camisetas sin tirantes, tres pares de zapatos, un surtido de sujetadores y bragas, y hasta un poco de maquillaje, Paula estaba agotada. Se detuvieron para almorzar en el restaurante mexicano favorito de Carolina, donde tuvo su primer burrito y un delicioso licor vegetariano. Hizo una nota mental para prepararlo para Pedro alguna vez en casa.

2 comentarios:

  1. Muy lindos capítulos!! Cuándo se darán cuenta que están enamorados!! Quiero leer que están juntos!! @AmorPyPybb

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  2. Me encantaron! Por fin me puse al día! Quién de los 2 se animará a dar el primer paso? Me encanta esta historia!

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